Pese al caos vial y descontrol en la entrada del recinto, los chivahermanos hicieron rugir al coloso de la Calzada Independencia en el regreso del equipo como local a la que fue su casa durante décadas.

Huele a torta ahogada, tacos de carnitas y garnachas. Familias tomándose fotos con el coloso de la Calzada Independencia de fondo; amigos, de Chivas y Cruz Azul, haciendo apuestas sobre el pronóstico, y los novios dedicándose besos y sonrisas mientras compran una playera y un peluche de su equipo preferido. El Rebaño regresó al Estadio Jalisco, la que fue su casa durante décadas, luego del veto del Estadio Akron para la fecha 13 del Clausura 2025, y los chivahermanos no defraudaron.
“Esta siempre fue nuestra casa. Todo Guadalajara y Jalisco es de las Chivas y ahora regresamos a casa, donde ganamos tanto, pero también sufrimos y perdimos tanto. Es bonito regresar al Jalisco, yo recuerdo cuando me traía mi papá. Ahora estamos en el Akron, muy bonito y moderno, pero este siempre va a ser nuestra casa. Aunque aquí juega el Atlas se sabe que el Jalisco es rojiblanco”, lanzó Mario, orgulloso, ensimismado, con una sonrisa socarrona. Acompañado de su familia, vino desde San Diego, California, Estados Unidos, para ver el partido.

Para Ángel, vecino de la colonia Monumental, con el partido y el concierto de Alejandro Fernández, en la Plaza de Toros Nuevo Progreso, el caos vial en zona era notorio. “¿Por qué ponerlos en la misma zona el mismo día? Yo agradezco que sí voy a poder verlos, pero es obvio que va a ser un caos toda la colonia?”, apuntó.
Eran las 19:00 horas y la marea roja y blanca se abría paso por las calles que rodean el recinto. Algunos aficionados abarrotaban las taquillas para ingresar, otros tomaban una cerveza en los negocios de alrededor. Pero todos, como si se conocieran de hace años, se saludaban y celebraban poder ver al equipo de sus amores pese a la sanción de la Comisión Disciplinaria de la Federación Mexicana de Futbol, la cual obligaba al equipo a jugar a puerta cerrada en su estadio. Al final cambiaron la sede y los aficionados lo agradecieron.

“La verdad agradecidos porque sí vamos a poder ver el partido. Venimos de La Paz de vacaciones, para el fin de semana, y le dije a mi novia que aprovecharamos para ver el partido de Cruz Azul. Pero luego nos enteramos que no iba a haber afición en el Akron y tuvimos que cambiar planes y todo. Hasta ayer en la tarde nos mandaron un correo que siempre sí y mira, aquí estamos. Esperamos que valga la pena y que Cruz Azul gane, ¿no?”, bromeó Carlos. Su novia, Dona, colgada de su brazo, sonreía mientras él contestaba. Terminó la entrevista y Carlos le compró un conejo con una playera de Cruz Azul. Ella le robó un beso.
A 600 metros, del otro lado de la Calzada, había otro evento: Alejandro Fernández en concierto. Norma compró boletos para ella y su esposo en cuanto se enteró que el Potrillo vendría a la ciudad. Entusiasmada, la espera para entrar el recinto le parecía eterna.
“Mi hermana y su familia van a ver el partido, yo me vine a esperar a mi esposo con ellos para ver a mi novio, jajaja”, soltó en una carcajada que hizo tambalear el suelo. “Nada más que venga mi esposo y ya nos vamos para allá”, añadió Norma. No sólo por guapo fue a ver a Fernández, aclaró, sino “porque siempre me han gustado sus canciones”, justificó, pero tenía esos ojos de enamorada.

Y don Enrique, serio, ecuánime, afirmó que, mientras Chivas juegue, él y su esposa los seguirán a dónde sea. “Al final le vamos a Chivas y siempre los vamos a ver”, sentenció.